Formosa Ahora

19 de ABR de 24

25-05-2020 | Locales

Para dónde ir después de esto…






Cuando salgamos de la crisis generada por esta pandemia, que ocurrirá más temprano que tarde, confrontaremos un problema casi tan serio como el sanitario: las secuelas económicas de la pandemia.

Estas consecuencias no son sólo los que derivan directamente de la cuarentena, sino, y en especial, los traumas y complejos que la población arrastrará mucho tiempo después y que impactan sobre la economía.

¿Quién querrá entrar a un súper con muchos clientes juntos, quién se sentará en un cine, un restaurant, quién subirá a un avión o a un simple colectivo tranquilo después de esto?

Cientos y miles de empresas cerrarán sus puertas, cientos de miles perderán su trabajo, los del sector informal sufrirán más que el resto.

Debemos prepararnos para esto.

Aun abriendo a pleno la economía (que podría generar una ola de contagios), no debemos esperar que las ventas o el consumo sean como antes de la pandemia.

El mundo ya no será el mismo y, obviamente, la economía tampoco.

Por eso debemos imaginar y proyectar cómo gestionar la sociedad pospandemia.

Qué rol le damos al Estado en relación a la economía no será una cuestión menor.

Para la doctrina liberal, el Estado no debe intervenir en la economía. Acerca de que ese enfoque no sirve tenemos sobradas muestras en la historia reciente. Baste recordar la crisis de 1929/30: “la caída de la bolsa de Wall Street-la calle del muro”.

La recesión y caída económica fue tan atroz y se expandió a toda la humanidad que el sistema económico, social, financiero y político colapsó.

Franklin Delano Roosevelt, que acababa de ganar la Presidencia de EEUU, propuso a su pueblo el New Deal (el nuevo trato o contrato social) y, tomando ideas del inglés Maynard Keynes, construyó en los hechos lo que hoy llamamos estado activo, de bienestar o estado social. Comprendió que el mercado no podía arreglar ese desastre y utilizó las reservas del Estado para estimular la economía con un ambicioso plan de obra pública, que generó empleo y que en forma rápida llevó a la recuperación económica de su país y del mundo, ya que el modelo lo copiaron en Europa y otros continentes.

Y los tontos dicen que esto es socialismo.

Sólo para refutar a los ignorantes que mienten en los medios masivos, valga hacer notar que este modelo de Estado de Bienestar, que Perón aplicara en Argentina, con sus matices, no es por tanto un modelo socialista, sino que nace del país líder del capitalismo como respuesta al fracaso del capitalismo en su modo más salvaje, para pasar a un capitalismo controlado.

En esta variante, el mercado aparece controlado por el Estado, que regula el margen de ganancias y aparece la ley antimonopolios para evitar las maniobras que padecemos aquí hoy día, además de proteger a la clase obrera con derechos laborales (reducción de jornada, seguro de desempleo).

Eso genera que en EEUU y Europa, y luego en Sudamérica, aparezca una clase media más próspera y con acceso a sistemas estatales de educación y salud.

De este modo, este modelo, lógicamente, se expandió a casi todo el mundo y se mantuvo sin grandes discusiones hasta la aparición de la crisis del petróleo, en la década de los 90, tras lo cual el modelo se cayó por falta de recursos del Estado para sostener sus políticas sociales.

Cuando las papas queman, los que rechazaban lo público claman por la ayuda del Estado.

Todos los mercenarios mediáticos que tanto criticaban al Estado reclaman ahora que el Estado ayude a las empresas.

De hecho, este mes el Estado pagó la mitad del sueldo a 2.700.000 trabajadores privados. Ninguna de las empresas del círculo rojo (Clarín, Telecom, Techint, etc.) que sostienen al modelo liberal rechazó esta ayuda del Estado ni ofrecieron devolver esas sumas al Estado. Como tampoco devolvieron los fondos que el Estado les facilitó tras la crisis del 2001, cuando el éste les pesificó sus impagables deudas en dólares.

Cuando el agua sube, se cuelgan del Estado y luego, cuando la crisis pase, saldrán a criticar al Estado “monstruoso, elefantiásico o socialista”.

Ya los conocemos y tenemos memoria.

Lástima que haya tantos que olvidan tan rápido y terminen avalando en las urnas estas barbaridades. Y si no que me expliquen cómo 4 de cada 10 votaron a Macri.

Son los esclavos defendiendo los intereses del amo que los oprime.

Más allá de esos tontos, quienes creemos en un modelo que dio a la clase media y a los trabajadores argentinos un nivel de vida digno, con buenos salarios, con derechos garantizados por el Estado, con acceso a la vivienda, al sistema de salud y educación público, sabemos que mañana, cuando pase la pandemia, hay un rumbo y un modelo de país al que debemos aspirar para nosotros y nuestros hijos.

¿Y qué hacer?

Si el Estado logra como parece altamente posible refinanciar los pagos de la deuda externa, quedarán 43 mil millones de dólares como reserva y los pagos de las cuotas serán para 2022 o 2023. Sería bueno y necesario que el Estado aplique esos fondos a un programa intensivo de obra pública y fomento de la industria nacional para, a la manera de Roosevelt y de Perón, generar un shock que reactive los eslabones de la economía nacional y la ponga en marcha.

FUENTE: La Mañana




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